MARZO 2018
“Yo quería ser mamá
aunque no sabía que no quería tener marido.”
Maricela Guerrero
El 8 de marzo se conmemora (no se celebra) el Día Internacional de la Mujer. La historia del inicio es compleja: se conmemora a un grupo de mujeres que murieron en un incendio en la fábrica donde trabajaban en Nueva York, o se conmemora algo parecido pero en Chicago muchos años antes, o la lucha de las sufragistas europeas, en fin, hay varias versiones… pero lo que es un hecho es que desde 1975, la Organización de las Naciones Unidas usa ese día para hablar de los logros en Derechos Humanos para las mujeres en el mundo y de lo muchísimo que falta por hacer en ese sentido. Es casi increíble que en 2018*, cuando tenemos más que claro que ninguna sociedad puede funcionar sin mujeres y hombres con los mismos derechos, estemos debatiendo en el mundo que las mujeres tienen derecho a tener un empleo digno y bien remunerado, que los sueldos sean iguales para hombres y mujeres, que las mujeres puedan acceder a educación de calidad, que puedan votar y ser votadas, que tengan derecho a decidir sobre su sexualidad, su reproducción, su placer, que las mujeres tienen derecho a ser respetadas y no violentadas. En los últimos años, en las ciudades, vemos como la violencia de género aumenta y en general las autoridades no hacen mayor cosa para resolver el problema. Es cotidiano ver en las ciudades las mujeres tienen miedo a subir a un taxi, a caminar de noche, a viajar solas porque vemos en las noticias abusos, ofensas, secuestros, violaciones, feminicidios.
Vivimos en un momento rarísimo de la historia: en épocas de enorme libertad, donde construimos la vida en las ciudades rodeados de gente diversa, las mujeres siguen siendo relegadas en sus derechos. ¿Qué estamos haciendo todos y todas y todes para cambiarlo? Cada quien elige la lucha que puede dar en ese aspecto y estoy convencido que hay que hacerlo. Es urgente.
Pienso por ejemplo en el caso de lo invisibles que son las mujeres en la literatura. Hace años me preguntaron que cuál era mi mujer poeta favorita y para mi sorpresa tardé tres días en responder porque en mi cabeza hubo un espacio en blanco, pensé en escritoras y me pasaba lo mismo. A raíz de ese hecho tan simple me he puesto a la tarea de leer mujeres y leer poetas mujeres (odio con todo mi corazón la palabra poetisa**), y además de leerlas: hablar de ellas, regalar libros de escritoras, hacer un espacio en mis lecturas para que siempre haya una autora. Y he ido haciendo una lista de escritoras. Ese listado lleva 171*** nombres. Sigo trabajando en ella. Hay que mirar a las mujeres que escriben, visibilizarlas, saber que existen, buscar sus nombres en bibliotecas y librerías, pedirlas en clase, exigirlas, ir a las lecturas que den. Para hacerlas visibles hay que saber que existen. Y así como con las escritoras hay que hacerlo con las cineastas, las pintoras, las escultoras, las analistas, las sociólogas, las arquitectas, las filósofas, las compositoras, las cocineras: todas aquellas que están creando arte y cultura**** desde la resistencia.
Sólo así podemos construirnos de mejor manera. Estar completos, pues.*****
MARZO 2020:
*No es casi increíble, es increíble que en pleno 2020 tengamos esta discusión sobre la equidad de género, la empatía, sobre la igualdad de derechos. A veces pareciera que volvemos al medioevo.
**Sigue siendo de las palabras que más odio porque reduce a las mujeres poetas a ser algo pleno, a que ocupen la palabra en toda su dimensión.
***La lista va enumerando ya 252 escritoras.
****Y ciencia y derecho y medicina y actividades productivas y el campo y la ingeniería y política y en todo rubro.
*****Sólo así estaremos completos.
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