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Postal Urbana

Las ciudades siguen existiendo

Actualizado: 4 may 2020

Pareciera que en estos días de marzo del 2020 todo dejó de existir. Sólo se habla de una cosa y todo gira alrededor de la crisis global del coronavirus, que si nos infectaremos todos, que si la respuesta ha sido lenta, que si las medidas son exageradas, que si es un plan político para algún propósito obscuro.

Foto: Autor desconocido (si tienen información favor de compartir).


Hemos visto fotos de Tokio, París, Venecia y Madrid vacías. Policías cuidando que la gente no salga a la calle. Hemos visto que no hay smog en Beijín y vuelve a salir el sol. Hay fauna en los canales de Venecia y los venados están paseando en Nara. También fotos de bares y restaurantes en Nueva York, Cali y Ciudad de México como si no pasara nada. Vemos y hablamos de ese único tema y nos preocupa, claro, porque estamos alerta y al vivir en ciudades tenemos que pensar en los demás, en lo colectivo, aunque hay individuos y empresas que lo olvidan y son tan mierda como siempre lo han sido, generando pánico, desinformando, subiendo precios de productos y manteniendo las condiciones laborales infames de sus empleados, aunque los expongan a ellos y a todos en un núcleo urbano. El caso de la paciente 31 en Corea del Sur es clarísimo: tenía síntomas y fiebre, hizo caso omiso de las recomendaciones médicas y siendo increíblemente egoísta fue a un hospital público y dos eventos religiosos, lo que los epidemiólogos coreanos han identificado como la principal causa de la propagación del virus en el sur de ese país, con más de mil infectados que estuvieron en esos lugares.


Nos preocupa que de la noche a la mañana dejamos de mirar temas vigentes que ni los medios ni los gobiernos atienden. Por ejemplo, la violencia de género. En la región de Wuhan, en China, y en Seúl, en Corea del Sur, hay primeros datos de que en enero y febrero de 2020 se incrementó la violencia contra las mujeres en sus propias viviendas. La cuarentena obligó a las familias a encerrarse y en muchos casos tuvieron al agresor en casa ¿Cuántos casos sucederán en México? ¿Cuántos pasarán inadvertidos porque es más negocio hablar de “equis” contagios que de esas diez mujeres asesinadas diariamente en México (sin nombre, sin historia pero que a la prensa le interesará saber cómo iban vestidas o a qué hora estaban fuera de sus casas)? ¿Cuándo se hablará en los medios de que en México es más fácil que una mujer muera a causa de un feminicidio que de un contagio de coronavirus? Ese no ha sido tema ni razón para crear una contingencia ni para actuar de las autoridades (y decimos México porque sabemos los datos pero tristemente sabemos que es una realidad en todas partes).


En 2019 y en los inicios de 2020 la gente dejó de tener miedo a juntarse para alzar la voz en las calles de muchas ciudades de Chile, Colombia, Ecuador, Bolivia, Francia, Irán, Puerto Rico, Hong Kong. Las mujeres tomaron las calles del mundo en marzo del 2020, sin miedo a la policía, ni a los gobiernos, ni a los contagios. Pareciera que en estos últimos meses aprendimos a decir no y también a pensar y a hacer real que otro mundo es posible.


Nos preocupa que no estamos hablando que en varias ciudades mexicanas hay una epidemia de dengue y lo mismo en Latinoamérica. Sólo en 2019 hubo más de 3 millones de infectados de dengue en la región porque los gobiernos han dejado de gastar dinero en programas de prevención.


Nos preocupa que no estamos hablando del brote de sarampión en la Ciudad de México porque hay gente dispuesta a arriesgar a sus hijos y a la gente con quienes comparten las ciudades por mal informarse, creando una guerra contra las vacunas por una moda de “nueva mamá”.


Nos preocupa que no estamos hablando de los migrantes que tienen que dejar sus ciudades por mejores oportunidades de vida, ya no por empleo, sino por inseguridad, guerra, falta de alimentos, falta de agua, falta de condiciones para ser humanos.

Nos preocupa que diariamente mueran 8,500 personas de hambre en las ciudades.

Nos preocupa que siga en aumento la violencia en las ciudades.


Nos preocupa que haya gente que saca a relucir su racismo ante la emergencia. Y su clasismo. Y su xenofobia.


Nos preocupa que aunque en estos meses se ha reducido la emisión de contaminantes de manera drástica, no hay voluntad política ni social para cambiar el modelo de vida tan destructivo y voraz de manera profunda. Tras la crisis podrá seguir el calentamiento global, el desperdicio de agua, el consumo desmedido, los incendios, el uso de plásticos de un solo uso. Hay datos ya del impacto medioambiental de los cubre bocas.


Nos preocupa que en estos días y ante las medidas que se están tomando y las que todavía se tomarán en las próximas semanas habrá consecuencias económicas terribles para la gente que tiene sus medios de vida restringidos, los que ganan por día, los que no tenemos ahorros, los pequeños productores y los negocios locales, lo que tienen que salir a la calle para trabajar, los que tienen las condiciones laborales más precarias, los que se dedican al arte. El capitalismo salvaje nos demuestra una vez más que hemos dejado de mirar al otro: es en la emergencia en que nos damos cuenta que existen.

Foto tomada del Twitter de @ikaveri


Y así una lista infinita de cosas: porque las ciudades existen todavía aunque se volvieron invisibles porque los medios y la neurosis colectiva se concentraron en otra parte: aunque sea emergencia sigamos hablando de feminicidios, de equidad de género, de violencia, de cambio climático, del derecho al agua potable, de derecho a la educación, de derechos humanos y libertad de prensa, de acceso y condiciones de la salud pública, de los antivacunas y su estupidez, de corrupción, de energías limpias, de consumo responsable, de reciclaje, de migración, de resistencia, de rebeldía, de reorganizarnos, de respirar, de lo que nos hace humanos.



Laura ReBor & Mauricio Álvarez

Editores

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