Veinte años, son más de veinte años los que Don José no ha escuchado nada, durante mucho tiempo le ofrecieron enseñarle el lenguaje de señas y él, como todo “verdadero hombre” consideró que no era necesario, dando así sepultura a su comunicación con el mundo exterior, aunque tal vez, no deberíamos de lamentarlo; ¿Quién lamentaría no escuchar el estridente grito de una ciudad que no descansa? ¿Quién se quejaría por no escuchar tantas banalidades que hoy ocupan gran parte de nuestra comunicación?
El trabajo de bolero es cansado, tener que gastar tanto zapato en caminar y caminar para buscar otro par de zapatos que lustrar era el pan de cada día de Don Pepe. Sin embargo, es para él, un trabajo más que accesible, dado que la comunicación con sus clientes es mínima, prácticamente nula, y en caso de haberla, Don José sabía bien detectar las palabras asociadas a su trabajo en los labios de sus clientes: “Cuidado con los calcetines”, “Se los encargo bien brillosos”, “¿Si puede igualar el color?”.
Los lunes y los martes su recorrido iba de Chapultepec por Balderas hasta Juárez; los miércoles era todo el día en las afueras de la Cámara de Diputados, cerca de su casa en San Lázaro; los jueves en Madero y hasta Izazaga; pero los viernes… ¡Ah, los viernes! Ese día Don José pasaba de ser un simple bolero a ser: “El Bolero de las Estrellas”. Así es, los viernes le tocaba estar en la calle de Ayuntamiento, justo afuera de la XEW.
Actores y actrices, comunicadores y cantantes eran el ir y venir por esa calle, algunos indiferentes, otros siempre a las prisas, pero también había los que se detenían a saludar a Don José.
El productor “venido a más” estaba atendiendo una llamada urgente mientras Don Pepe le subía las bastillas del pantalón y colocaba los protectores entre calcetines y zapatos.
- No te preocupes, yo consigo a la persona, ya tenemos todo listo, pero resulta que ningún sordo está disponible. ¿Puedes creerlo? Pero no te apures, ya saldrá la persona, te aviso en un rato, dile a la empresa que ya tenemos todo preparado, ya los ejecutivos dieron el sí, diles que van a vender ¡millones de aparatos!
Después de colgar y antes de disponerse a ver los descabezados de la primera plana, se dio cuenta de que su pantalón no estaba dentro de su calcetín.
- ¡Don Pepe, no vaya a pintar el pantalón eh!
El productor pudo percatarse que Don José ni cuenta se dio de su petición.
- Don Pepe ¿Está usted sordo? (La pregunta que más no escuchan los sordos).
Al percatarse de su descubrimiento, el cliente de Don José tomó una de sus plumas pendientes del saco y en la orilla del periódico que tenía en la mano construyó, en un breve mensaje, lo que Don José anheló escuchar desde pequeño:
- “Don Pepe, ¿Quiere salir en la tele? Necesito una persona así como usted para un comercial, ¿Se anima?
La sonrisa de nuestro Bolero Estrella fue imborrable durante los próximos ocho días, tener la oportunidad, no sólo de poder escuchar de nuevo, sino también de ser reconocido mundialmente a través de millones de televisores, lo tenía más que ilusionado.
La cita del productor fue, no en Ayuntamiento, sino en San Ángel. Don Pepe no creyó que su debut mereciera un escenario menor que la “Gran Fábrica de los Sueños” de Periférico.
Don José estaba más que listo esperando que le llamaran para entrar en acción, recibió el guión minutos después que el productor bajó su zapato izquierdo del banquito y todo parecía muy sencillo. Nunca había ganado dinero en algo tan fácil, unas cuantas líneas y a cobrar el cheque.
El producto llevaba años en perfeccionamiento tecnológico, y por fin salía al mercado; varios países de Latinoamérica estaban esperando la llegada del gran Máster Ear. Toda la campaña publicitaria había sido súper planeada y muchísima inversión la respaldaba; tanto que lograron que el programa televisivo de mayor audiencia en el país accediera (luego de algunos millones de pesos en la mesa) a dar un espacio de 45 segundos para dar a conocer la llegada de Máster Ear a México.
El floor manager le indicó a Don José que se acercara: ¡Pásele Don Pepe, ya estamos por iniciar!
Don José se instaló en su marca, repasando mentalmente sus líneas mientras se colocaba los Máster Ear, uno en cada oído:
(Contento) Desde que uso el nuevo Máster Ear, me siento como un joven nuevamente,
puedo escuchar todo, incluso lo que no debo (Risa junto con Host).
¡Vamos a Iniciar! ¡Vamos en Vivo y en cadena nacional! ¡Vengan los aplausos!
Al ver esto, la adrenalina en Don José fluyó como hace muchos años no pasaba, contemplar la euforia de la gente al aplaudir y gritar, y además de sentir a la banda tocando en vivo, generó en él mucha euforia. Uno de esos momentos en los que crees que el mundo es tuyo. Era su momento de salir en la televisión, de brillar y demostrar en unas cuantas líneas que era el gran histrión que el mundo esperaba.
5, 4, 3, 2…
¿Tiene que subirle mucho a la tele para escucharnos? ¿Ha tenido que pedir todo el tiempo que le repitan las cosas para saber de qué se está hablando? ¿Se sorprende usted mismo leyendo cada vez más los labios de sus interlocutores porque no escucha nada? Esto es un problema de gran parte de la población mexicana.
¡Pero no tiene porqué preocuparse más! ¡Por fin ha llegado a México: Máster Ear!
El aparato alemán para mejorar la escucha que está revolucionando al mundo, un pequeño dispositivo que ha cambiado miles de vidas.
Y para mostrar la gran efectividad de Máster Ear, está con nosotros Don José, quien sufrió un grave accidente que le costó perder la audición en ambos oídos.
- Don José, ¿cómo se siente con Máster Ear?
Después de la pregunta de la host, el silencio invadió el foro, Don José pudo sentir el peso de las miradas sobre él, con total atención observó cuando la lente de la cámara que tenía enfrente hacía zoom, y al calor de las luces que daban en su rostro gritó:
- ¿Mande?
Rogelio Dos Santos
Escritor furtivo de pies inquietos.
Busco la belleza en letras, paisajes, personas. Sarcástico y Reidor profesional.
Twitter: @DosantosRogelio
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